8/2/21

Jorge Luis Borges: «Una cruza» [Kafka]

 



Tengo un animal curioso, mitad gatito, mitad cordero. Es una herencia de mi padre. En mi poder se ha desarrollado del todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad y mitad. Del gato tiene la cabeza y las uñas, del cordero el tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son huraños y chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movimientos a la par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana, se hace un ovillo y ronronea; en el campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de los gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna su paseo favorito es la canaleta del tejado. No sabe maullar y abomina de los ratones. Horas y horas pasa en acecho ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato».

»Lo alimento con leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche entre sus dientes de animal de presa. Naturalmente es un gran espectáculo para los niños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me siento con el animal en las rodillas y me rodean todos los niños de la vecindad.

»Se plantean entonces las más extraordinarias preguntas, que no puede contestar ningún ser humano: Por qué hay un solo animal así, por qué soy yo su poseedor y no otro, si antes ha habido un animal semejante y qué sucederá después de su muerte, si no se siente solo, por qué no tiene hijos, cómo se llama, etcétera. No me tomo el trabajo de contestar; me limito a exhibir mi propiedad, sin mayores explicaciones. A veces las criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos corderos. Contra sus esperanzas no se produjeron escenas de reconocimiento. Los animales se miraron con mansedumbre desde sus ojos animales, y se aceptaron mutuamente como un hecho divino. En mis rodillas el animal ignora el temor y el impulso de perseguir. Acurrucado contra mí, es como se siente mejor. Se apega a la familia que lo ha criado. Esa fidelidad no es extraordinaria; es el recto instinto de un animal, que aunque tiene en la tierra innumerables lazos políticos, no tiene uno solo consanguíneo, y para quien es sagrado el apoyo que ha encontrado en nosotros.

»A veces tengo que reírme cuando resuella a mi alrededor, se me enreda entre las piernas y no quiere apartarse de mí. Como si no le bastara ser gato y cordero quiere también ser perro. Una vez —eso le acontece a cualquiera— yo no veía modo de salir de dificultades económicas, ya estaba por acabar con todo. Con esa idea me hamacaba en el sillón de mi cuarto, con el animal en las rodillas; se me ocurrió bajar los ojos y vi lágrimas que goteaban en sus grandes bigotes. ¿Eran suyas o mías? ¿Tiene este gato de alma de cordero el orgullo de un hombre? No he heredado mucho de mi padre, pero vale la pena cuidar este legado.

»Tiene la inquietud de los dos, la del gato y la del cordero, aunque son muy distintas. Por eso le queda chico el pellejo. A veces salta al sillón, apoya las patas delanteras contra mi hombro y me acerca el hocico al oído. Es como si me hablara, y de hecho vuelve la cabeza y me mira deferente para observar el efecto de su comunicación. Para complacerlo hago como si lo hubiera entendido y muevo la cabeza. Salta entonces al suelo y brinca alrededor.

»Tal vez la cuchilla del carnicero fuera la redención para este animal, pero él es una herencia y debo negársela. Por eso deberá esperar hasta que se le acabe el aliento, aunque a veces me mira con razonables ojos humanos, que me instigan al acto razonable».

Franz Kafka



En Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero
El Libro de los Seres Imaginarios (1967)
Y en Obras Completas en Colaboración 
©María Kodama (1995) y ediciones posteriores
Caricatura de Franz Kafka y Jorge Luis Borges por 
©Huadi para La Nación

5/2/21

María Esther Vázquez: Sobre Borges



 


Traducciones
Otra pregunta repetida es si todo lo que escribo lo hago primero en inglés y luego lo traduzco al español. Yo les digo que sí, que, por ejemplo, los versos: "Siempre el coraje es mejor, / nunca la esperanza es vana, / vaya pues esta milonga, / para Jacinto Chiclana" se ve en seguida que han sido pensados en inglés; se notan, inclusive, las vacilaciones del traductor.


Cumplidor
En 1977 Borges escribió un cuento para La Nación: 24 de agosto de 1983, donde el propio Borges se soñaba a sí mismo suicidándose en esa precisa fecha, el día en que cumplía 84 años. A medida que se acercaba la fecha de su cumpleaños, apareció mucha gente preocupada por el posible traslado de la ficción a la realidad.

Borges entonces comentó: "¿Qué hago? ¿Me comporto como un caballero y convierto en realidad esa ficción para no defraudar a esa gente? ¿O me hago el distraído y dejo pasar las cosas?"

Buenos Aires
Siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que les guste a otras personas. Es un amor así, celoso. Cuando yo he estado fuera del país, por ejemplo en los Estados Unidos, y alguien dijo de visitar América del Sur, le he incitado a conocer Colombia, por ejemplo, o le recomiendo Montevideo. Buenos Aires, no. Es una ciudad demasiado gris, demasiado grande, triste les digo, pero eso lo hago porque me parece que los otros no tienen derecho de que les guste.



En Vázquez, María Esther; Borges, sus días y su tiempo, Buenos Aires, Javier Vergara Editor, 1984.
Jorge Luis Borges junto a fotografías de María Esther Vázquez, imagen tomada por Adolfo Bioy Casares en Villa Silvina, Mar del Plata, en el verano de 1964, según el relato de M.E.V. en Borges Esplendor y Derrota (1996).

19/1/21

Mario Paoletti: El otro Borges

 



Decimales
Cuando muere la madre de Borges, doña Leonor Acevedo, a los noventa y nueve años, llevaba ya tiempo tullida y postrada en la cama. Sus ayes se oían por toda la casa. Una persona sin imaginación, al darle el pésame a Borges, le dijo que era una pena que no hubiera podido llegar a los cien años. Y entonces Borges le contestó: "Me parece que usted exagera los encantos del sistema decimal".

Atenta
Borges está con otras personas en una editorial de Buenos Aires, esperando a un gerente que se había retrasado y que llega, finalmente, con media hora de tardanza. Entonces ocurre este diálogo: 
Gerente: Disculpen la demora, pero es que me ha sucedido un hecho extraordinario.

Borges: ¿Ah, sí? 

Gerente: Juzguen ustedes mismos: anoche soñé con una antigua y muy querida novia. El sueño, que se repitió una y otra vez durante toda la noche, era de lo más turbador: la imagen de mi novia giraba dentro de lo que parecía un túnel, mientras con la mano derecha saludaba como despidiéndose una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. (El gerente tiene la frente cubierta de sudor; sus interlocutores aguardan).

Gerente: Pero ahí no acaba la cosa. Esta mañana a las siete en punto suena el teléfono y me comunican que mi ex novia, la del sueño, había muerto anoche en un accidente. ¿Comprenden? Durante toda la noche, mientras iba en busca de su muerte, mi novia se despidió de mí una y otra vez, una y otra vez, saludándome con la mano.

Y Borges, entonces, comenta: ¿Qué atenta, ¿no? (Contado por Mario Benedetti)

Sorpresa
En el camino a Lichfield, en Escocia, alguien le dijo a Borges que allí se conservaba una pequeña capilla del siglo IX, desafectada del culto. Hacía mucho frío y había nevado toda la noche, pero Borges se obstinó en que llegaran hasta ella. Borges entró en la vetusta capillita de no más de cinco metros cuadrados y allí, en el helado silencio, recitó en alta voz el padrenuestro en anglosajón. Y al regresar al coche, explicó: "Lo hice para darle una sorpresa a Dios".

Inventos
Borges espera el ascensor en la Biblioteca Nacional. Después de un largo rato, impaciente, le dice a la persona que lo acompañaba: "¿No prefiere que subamos por la escalera, que ya está totalmente inventada?"

El amenazado
En los años setenta Borges había hecho unas declaraciones muy duras contra el peronismo y contra Evita. Y empezaron las amenazas telefónicas, que era uno de los rasgos más habituales del folclore de aquellos días. Pero pronto los llamantes anónimos se encontraron con una doble resistencia inesperada: la de doña Leonor, casi centenaria, que les respondía que no les iba a ser difícil matar a su hijo porque era ciego y no había ningún riesgo de que se defendiese, y la del propio Borges, que les facilitaba la tarea indicándoles la dirección y el piso.

Y añadía: "No se puede equivocar: en la puerta hay una placa que dice Borges. Y el que abre la puerta soy yo".

Jodernos
¿Qué tipo de Estado desearía?
Un Estado mínimo, que no se notara. Viví en Suiza cinco años y allí nadie sabía cómo se llama el presidente.

La abolición del Estado que usted propone tiene mucho que ver con el anarquismo.
Sí, exacto, con el anarquismo de Spencer, por ejemplo. Pero no sé si somos lo bastante civilizados para llegar a eso.

¿Piensa seriamente que tal Estado es factible?
Por supuesto. Eso sí, es cuestión de esperar doscientos o trescientos años.

¿Y mientras tanto?
Mientras tanto, jodernos.

(Revista Siete Días, Buenos Aires, 1973)

Estratagema
Luis, su sobrino (hijo de su hermana Norah y de Guillermo de Torre), anuncia su casamiento. Y entonces se resfría fuertemente y tiene que guardar cama. Borges lo comenta de este modo: "Será una estratagema para no casarse... Qué raro, elegir la inmovilidad como una forma de fuga".

Ilógico sin maldad
Borges sabía que sus declaraciones solían irritar a mucha gente, pero eso no impedía que las repitiese una y otra vez, con pocas modificaciones. Alguna vez, sin embargo, creyó necesario relativizarlas: "Me he burlado de muchas cosas y siempre sin maldad. Yo soy muy ilógico. Lo que pasa es que la gente me toma demasiado en serio".

Borges hooligan
Cierta vez me preguntaron qué cuadro prefería y yo pensé que se referían a telas o a óleos y les expliqué que como no veía bien, la pintura no me interesaba demasiado. Pero parece que se referían a cuadros de fútbol. Entonces les dije que no entendía absolutamente nada de fútbol. Ellos contestaron que ya que estábamos en ese barrio, San Juan y Boedo, yo tenía que decir que era de San Lorenzo de Almagro. Me aprendí de memoria esa contestación y cuando me preguntaban yo decía que era de San Lorenzo de Almagro. Pero pronto noté que San Lorenzo casi nunca ganaba. Entonces hablé con ellos y dijeron que eso no tenía importancia, que lo de ganar o perder era secundario ­en lo que tenían razón­ pero que San Lorenzo era el que jugaba un fútbol más "científico". Al parecer, no ganaban, pero lo hacían metódicamente.
(Contado por Emilio Gutiérrez)

Metaforicidio
Borges me contó que en cierta ocasión, en un banco, una empleada le dijo: "Aunque conozco su saldo, lo verificaré porque no me gusta decirle una cosa por otra". Y me comentó: "Esa señorita acababa de dar muerte a la metáfora".


Miope versus ciego
Bioy: Qué incómodo esto de no ver sin anteojos.

Borges: Qué incómodo esto de no ver con anteojos.

Sabato
Qué pena, Alifano, que llega tarde; acaba de marcharse un periodista norteamericano que vino a hacerme una entrevista. Me dijo: "Usted es el segundo escritor argentino que voy a entrevistar; ayer estuve con el primero: Ernesto Sótano. Supongo que lo conoce ¿verdad?" Yo me di cuenta de quién se trataba y le respondí: "Pero claro, por supuesto, señor. Es un autor que escribe sobre túneles, tumbas y cosas así. ¡Cómo no voy a conocer a Ernesto Sótano!" (Contado por Roberto Alifano)




En Paoletti, Mario; El otro Borges, Emecé, Buenos Aires, 2011
Foto Florencia Giani ("Borges" - Buenos Aires) Caja fuerte en Diagonal Roque Sáenz Peña 760, cuarto piso, Ciudad de Buenos Aires





1/9/20

Jorge Luis Borges: Entrevista con Mario Vargas Llosa [Buenos Aires, junio de 1981]

 





Si tuviera que nombrar a un escritor de lengua española de nuestro tiempo cuya obra vaya a perdurar, a dejar una huella profunda en la literatura, citaría a ese poeta, cuentista y ensayista argentino que le prestó su apellido a Graciela Borges, a Jorge Luis Borges.

El puñado de libros que ha escrito, libros siempre breves, perfectos como un anillo, donde uno tiene la impresión que nada falta ni sobra, han tenido y tienen una enorme influencia en quienes escriben en español. Sus historias fantásticas, que suceden en la Pampa, en Buenos Aires, en China, en Londres, en cualquier lugar de la realidad o la irrealidad, muestran la misma imaginación poderosa y la misma formidable cultura que sus ensayos sobre el tiempo, el idioma de los vikingos... Pero la erudición no es nunca en Borges algo denso, académico, es siempre algo insólito, brillante, entretenido, una aventura del espíritu de la que los lectores salimos siempre sorprendidos y enriquecidos.

La entrevista que Borges nos concedió tuvo lugar en el modesto departamento del centro de Buenos Aires donde vive, acompañado de una empleada que le sirve también de lazarillo, pues Borges perdió la vista hace años, y de un gato de angora al que ha bautizado con el nombre de Beppo porque, nos dijo, así se llamaba el gato de un poeta inglés que admira: Lord Byron.

MARIO VARGAS LLOSA. Me ha impresionado mucho al ver su biblioteca no encontrar libros suyos, no hay ni uno solo. ¿Por qué no tiene libros suyos en su biblioteca?

JORGE LUIS BORGES. Cuido mucho mi biblioteca. Quién soy yo para nombrarme con Schopenhauer...

MVLL. Y tampoco libros sobre usted, veo que tampoco hay ninguno de los muchos libros que se han escrito sobre usted.

JLB. Yo leí el primero que se publicó durante la dictadura, en Mendoza.

MVLL. ¿Cuál dictadura, Borges? Porque desgraciadamente ha habido tantas...

JLB. La de aquel..., de cuyo nombre no quiero acordarme.

MVLL. Ni mencionarlo.

JLB. No, tampoco, no. Algunas palabras es bueno evitarlas. Bueno, pues se publicó el libro Borges, enigma y clave, escrito por Ruiz Díaz, un profesor mendocino, y por un boliviano, Tamayo. Y yo leí ese libro a ver si encontraba la clave ya que el enigma lo conocía. Después no he leído ningún otro. Alicia Jurado escribió un libro sobre mí. Yo le agradecí, le dije: “Sé que es bueno, pero el tema no me interesa o quizás me interesa demasiado, conque no voy a leerlo."

MVLL. Y tampoco ha leído entonces esa voluminosa biografía que ha publicado Rodríguez Monegal sobre usted.

JLB. ¿Y qué me dices, que es muy buena?

MVLL. Por lo menos muy documentada y hecha realmente con una gran reverencia, un gran afecto por usted y un gran conocimiento, creo, de su obra.

JLB. Sí, somos amigos. Él es de Melo, ¿no?, de la República Oriental.

MVLL. Sí, y además aparece en uno de sus cuentos como personaje.

JLB. De Melo yo recuerdo unos versos muy lindos de Emilio Oribe, que empiezan de un modo trivial y luego se exaltan, se ensanchan: “Yo nací en Melo, ciudad de coloniales casas”... Bueno, eso no está muy..., «coloniales casas”, “casas coloniales” ligeramente diversas... “Yo nací en Melo, ciudad de coloniales casas, en medio de la pánica llanura interminable”, y ahora se agranda, “en medio de la pánica llanura interminable y cerca del Brasil”. Cómo va creciendo el verso, ¿eh? Cómo va ampliándose.

MVLL. Sobre todo como lo dice usted.

JLB. No, pero... “Yo nací en Melo, ciudad de coloniales casas” no es nada; “en medio de la pánica llanura interminable y cerca del Brasil”, y ya ves un imperio al final del verso. Es lindísima. Emilio Oribe.

MVLL. Es muy bonito. Dígame, Borges, hay una cosa que hace muchos años que quiero preguntarle. Yo escribo novelas, y siempre me he sentido dolido por una frase suya muy linda pero muy ofensiva para un novelista, una frase que es más o menos la siguiente: “Desvarío empobrecedor el de querer escribir novelas, el de querer explayar en quinientas páginas algo que se puede formular en una sola frase”.

JLB. Sí, pero es un error, un error inventado por mí. La haraganería, ¿no? O la incompetencia.

MVLL. Pero usted ha sido un gran lector de novelas y un maravilloso traductor de novelas.

JLB. No, no. Yo he leído muy pocas novelas.

MVLL. Sin embargo, las novelas aparecen en su obra, son mencionadas o incluso inventadas.

JLB. Sí, pero yo he sido derrotado por Thackeray. En cambio, Dickens me gusta mucho.

MVLL. Vanity Fair (La feria de las vanidades) le resultó muy aburrida.

JLB. Pendennis lo pude leer, haciendo un esfuerzo, con Vanity Fair no, no pude.

MVLL. Conrad, por ejemplo, que es un autor al que usted admira, ¿no le importaban las novelas de Conrad?

JLB. Pero claro que sí, por eso le digo que con escasas excepciones. Por ejemplo, el caso de Henry James, que era un gran cuentista y un novelista, digamos, de otro calibre.

MVLL. Pero, entre los autores más importantes para usted, ¿no hay ningún novelista?

JLB. ...

MVLL. ¿Mencionaría algún novelista entre los autores que considera más importantes o son sobre todo poetas y ensayistas?

JLB. Y cuentistas.

MVLL. Y cuentistas.

JLB. Porque no creo que Las mil y una noches sea una novela, ¿no? Una infinita antología.

MVLL. La ventaja de la novela es que todo puede ser novela. Creo que es un género caníbal, que se traga todos los géneros.

JLB. A propósito de “caníbal”, ¿usted conoce el origen de la palabra?

MVLL. No, no lo conozco, ¿cuál es?

JLB. Muy linda. Caribe, que dio caríbal, y caníbal.

MVLL. O sea que es una palabra de origen latinoamericano.

JLB. Bueno, sin “latino”. Eran una tribu de indios, los caribes, una palabra indígena, y de ahí surgió caníbal y Calibán, de Shakespeare.

MVLL. Curioso aporte de América al vocabulario universal.

JLB. Hay tantos. Chocolate, que era xocoatl, creo, ¿no? Se perdió la tl, desgraciadamente. Papa, también.

MVLL. ¿Cuál diría usted que ha sido el mejor aporte en el campo de la literatura de América? De toda América: América hispana, portuguesa... ¿Algún autor, algún libro, algún tema?

JLB. Yo diría más bien el modernismo en general. Era obra de la literatura en lengua castellana, y eso surge de este lado, según lo hace notar Max Henríquez Ureña. Hablé con Juan Ramón Jiménez y él me dijo de la emoción con la cual había recibido un ejemplar de Las montañas del oro, año 1897. Y su influjo en grandes poetas en España. Pero eso surge de este lado. Y curiosamente, estamos aquí —no geográficamente— mucho más cerca de Francia que los españoles. Yo me di cuenta en España que podía alabar a Inglaterra, alabar a Italia, alabar a Alemania, alabar incluso a Norteamérica, pero que si hablaba de Francia ya se sentían incómodos.

MVLL. El nacionalismo es algo muy difícil de erradicar en cualquier parte.

JLB. Uno de los grandes males de nuestra época.

MVLL. Quisiera hablar un poco de eso, Borges, porque... Le puedo hablar con toda franqueza, supongo.

JLB. Sí, y además quiero decirle que es un mal que corresponde a las derechas y a las izquierdas.

MVL. Algunas declaraciones políticas suyas a mí me provocan desconcierto, pero hay un aspecto en el que cuando usted habla merece toda mi admiración y todo mi respeto, y es el asunto del nacionalismo. Creo que usted siempre ha hablado con gran lucidez sobre ese tema o, mejor dicho, contra el nacionalismo.

JLB. Y sin embargo yo he incurrido en él.

MVLL. Pero ahora, en estos últimos...

JLB. El hecho de haber hablado de las orillas de Buenos Aires, el hecho de haber conocido payadores, de haber conocido cuchilleros, de haberlos usado en mi literatura. Yo he escrito milongas... Todo es digno de la literatura, ¿por qué no también los temas vernáculos?

MVLL. Yo me refería al nacionalismo político.

JLB. Eso es un error, porque si uno quiere una cosa contra otra es que no la quiere realmente. Por ejemplo, si yo quiero Inglaterra contra Francia es un error, tengo que querer ambos países, dentro de mis posibilidades.

MVLL. Usted ha hecho muchas declaraciones en contra de toda posible ruptura de hostilidades entre Argentina y Chile.

JLB. Más aún. Yo actualmente, a pesar de ser nieto y bisnieto de militares y más lejanamente de conquistadores, que no me interesan, soy pacifista. Creo que toda guerra es un crimen. Además, si se admiten guerras justas, que sin duda las hubo —la guerra de los Seis Días, por ejemplo—, si admitimos una guerra justa, una sola, eso ya abre la puerta a cualquier guerra y nunca faltarán las razones para justificarla, sobre todo si se las inventan y encarcelan como traidores a quienes piensan de otro modo. De antemano, yo no me había dado cuenta de que Bertrand Russell y Gandhi y Alberdi y Romain Rolland tenían razón al oponerse a la guerra, y quizás se precise más valor ahora para oponerse a la guerra que para defenderla o participar en ella, incluso.

MVLL. Ahí yo estoy de acuerdo con usted. Creo que es muy exacto eso que dice. ¿Cuál es el régimen político ideal para usted, Borges? ¿Qué le gustaría para su país y para América Latina? ¿Qué régimen le parecería el más adecuado para nosotros?

JLB. Yo soy un viejo anarquista spenceriano y creo que el Estado es un mal, pero por el momento es un mal necesario. Si yo fuera dictador renunciaría a mi cargo y volvería a mi modestísima literatura, porque no tengo ninguna solución que ofrecer. Yo soy una persona desconcertada, descorazonada, como todos mis paisanos.

MVLL. Pero usted se considera un anarquista, básicamente un hombre que defiende la soberanía individual en contra del Estado.

JLB. Sí, sin embargo, no sé si somos dignos. En todo caso, no creo que este país sea digno de la democracia o de la anarquía. Quizás en otros países pueda hacerse, en Japón o en los países escandinavos. Aquí evidentemente las elecciones serían maléficas, nos traerían otro Frondizi u otros..., etcétera.

MVLL. Ese escepticismo no está reñido con algunas declaraciones suyas optimistas que hace sobre la paz, justamente en contra de la guerra, últimamente en contra de las torturas y de toda forma de represión.

JLB. Sí, ya sé. Pero no sé si eso puede ser útil. He hecho esas declaraciones por motivos éticos pero no creo que sean serviciales, no creo que puedan ayudar a nadie. Pueden ayudarme a tranquilizar mi conciencia, nada más. Pero si yo fuera gobierno, no sé qué haría, estamos en un callejón sin salida.

MVLL. Yo le hice una entrevista hace casi un cuarto de siglo en París y una de las cosas que le pregunté...

JLB. Cuarto de siglo... Pará. Qué triste si vamos a hablar de cuarto de siglo...

MVLL. ...una cosa que le pregunté fue qué opina de la política, ¿y usted sabe qué me respondió? “Es una de las formas del tedio”.

JLB. Ah, bueno, está bien.

MVLL. Es una bonita respuesta y no sé si la repetiría ahora: ¿sigue pensando que es una de las formas del tedio?

JLB. Bueno, yo diría que la palabra tedio es un poco mansa. En todo caso fastidio, digamos. Tedio es demasiado... Es un understatement...

MVLL. ¿Hay algún político contemporáneo que usted admire, que respete?

JLB. Yo no sé si uno puede admirar a políticos, personas que se dedican a estar de acuerdo, a sobornar, a sonreír, a hacerse retratar y, discúlpenme ustedes, a ser populares...

MVLL. ¿Qué tipos humanos admira usted, Borges? Aventureros...

JLB. Sí, los he admirado mucho pero ahora no sé. Tienen que ser aventureros individuales.

MVLL. ¿Cuál, por ejemplo? ¿Recuerda algún aventurero que le hubiera gustado ser?

JLB. No, a mí no me gustaría ser otra persona.

MVLL. Usted está contento con el destino de Borges.

JLB. No, no estoy contento, pero sé que con otro destino sería otra persona. Y como dice Spinoza, «cada cosa quiere la soledad de su ser». Yo insisto en ser Borges, no sé por qué.

MVLL. Recuerdo una frase suya: «Muchas cosas he leído y pocas he vivido», que por una parte es muy bonita y por otra parece nostálgica...

JLB. Muy triste.

MVLL. Parece que usted lo deplorara.

JLB. Yo escribí eso cuando tenía treinta años y no me daba cuenta de que leer es una forma de vivir también.

MVLL. Pero ¿no hay una nostalgia en usted de cosas no hechas por haber dedicado tanto tiempo a la vida puramente intelectual?

JLB. Creo que no. Creo que a la larga uno vive esencialmente todas las cosas y lo importante no son las experiencias, sino lo que uno hace con ellas.

MVLL. Supongo que eso le ha dado un gran desprendimiento por las cosas materiales. Uno lo descubre al llegar a su casa. Vive usted prácticamente como un monje, su casa es de una enorme austeridad, su dormitorio parece la celda de un trapense, realmente es de una sobriedad extraordinaria.

JLB. El lujo me parece una vulgaridad.

MVLL. ¿Qué ha significado el dinero para usted en la vida, Borges?

JLB. La posibilidad de libros y de viajes y de desarrollarlos.

MVLL. Pero ¿nunca le ha interesado el dinero?, ¿nunca ha trabajado usted para ganar dinero?

JLB. Bueno, si lo he hecho parece que no lo he conseguido. Desde luego es mejor la prosperidad, superior a la indigencia, sobre todo en una zona pobre, donde estás obligado a pensar en dinero todo el tiempo. Una persona rica puede pensar en otra cosa. Yo es que nunca he sido rico. Mis mayores lo fueron, hemos tenido estancias y las hemos perdido, han sido confiscadas, pero bueno, no creo que tenga mayor importancia eso.

MVLL. Usted sabe que buena parte de los países de esta tierra hoy día viven en función del dinero, la prosperidad material es su estímulo.

JLB. Natural que sea así sobre todo si hay esta pobreza. En qué otra cosa puede pensar un mendigo sino en el dinero o en comida. Si usted es muy pobre tiene que pensar en dinero. Una persona rica puede pensar en otra cosa, pero un pobre, no. De igual modo que un enfermo sólo puede pensar en la salud. Uno piensa en lo que le falta, no en lo que tiene. Cuando yo tenía vista no pensaba que eso fuera un privilegio, en cambio daría cualquier cosa por recobrar mi vista y no saldría de esta casa.

MVLL. Borges, una cosa que me ha sorprendido en la modesta casa en la que usted vive, sobre todo en el austerísimo dormitorio que es el suyo, es ver que uno de los pocos objetos que hay en su dormitorio es la condecoración de la Orden del Sol que le dio el gobierno peruano.

JLB. Esa condecoración volvió a la familia al cabo de cuatro generaciones.

MVLL. ¿Y cómo así, Borges?

JLB. La obtuvo mi bisabuelo, el coronel Suárez, que aunó una carga de caballería peruana en Junín. Obtuvo esa Orden y fue ascendido de capitán a coronel por Bolívar. Luego esa Orden se perdió en la guerra civil. Aunque mi familia era unitaria yo soy lejanamente pariente de Rosas —bueno, todos somos parientes en este país casi deshabitado—. Al cabo de cuatro generaciones volvió, por razones literarias, y yo fui con mi madre a Lima y ella lloró porque recordaba haber visto esa condecoración en los retratos de mi bisabuelo y ahora la tenía en las manos y era para su hijo. Estaba muy, muy emocionada.

MVLL. O sea, que la relación de usted con el Perú se remonta a muchas generaciones.

JLB. Sí, a cuatro generaciones. No, es anterior, le voy a decir, yo estuve... Ah, no, no, espere... Sí, yo estuve en el Cuzco y vi una casa con un escudo con cabeza de cabra, y de ahí salió Jerónimo Luis de Cabrera hace cuatrocientos años para fundar una ciudad que se llama Ica, que no sé dónde está, y la ciudad de Córdoba, en la República Argentina. Es decir, es una vieja relación.

MVLL. Así que usted, de alguna manera, es también peruano.

JLB. Sí, desde luego que sí.

MVLL. ¿Qué idea se hacía del Perú antes de ir a Lima?

JLB. Una idea muy vaga que creo que estaba basada sobre todo en Prescott.

MVLL. En la Historia de la conquista del Perú de Prescott. ¿Cuándo leyó esa historia?

JLB. Debo haber tenido siete u ocho años, tal vez. El primer libro de historia que yo leí en mi vida. Después leí Historia de la República Argentina de Vicente Fidel López, y luego las historias romanas y griegas. Pero el primer libro que yo leí, throughout, es decir, del principio hasta el fin, fue ese.

MVLL. Y qué idea tenía del Perú, ¿la de un país tal vez mítico?

JLB. Un poco mítico, sí. Y luego yo fui muy amigo de un escritor sin duda olvidado entre ustedes, el peruano Alberto Hidalgo, de Arequipa.

MVLL. Que vivió mucho tiempo en la Argentina, ¿no es verdad?

JLB. Sí, y él me reveló un poeta del que yo sabía muchas composiciones de memoria.

MVLL. ¿Qué poeta, Borges?

JLB. Eguren.

MVLL. José María Eguren.

JLB. Sí, exactamente. ¿El libro se llamaba “La niña de la lámpara azul”, o no?

MVLL. Es un poema, uno de los poemas más conocidos de Eguren.

JLB. Sí. Y había otro... Tengo una vaga imagen de un barco y de un capitán muerto que recorre el barco. No recuerdo los versos.

MVLL. Es un poeta simbolista de una gran ingenuidad y delicadeza.

JLB. Una gran delicadeza. No sé si ingenuidad. Yo creo que era deliberadamente ingenuo.

MVLL. Digo ingenuidad no en el sentido peyorativo.

JLB. No, no. La ingenuidad es un mérito, claro.

MVLL. No salió nunca del Perú y creo que nunca de Lima y escribió buena parte de su obra sobre un mundo nórdico, de hadas escandinavas y temas especialmente exóticos para él.

JLB. Es que la nostalgia es muy importante.

MVLL. Quizá eso establece alguna afinidad entre ustedes dos, entre Eguren y usted.

JLB. Sí. Es cierto que yo estoy pensando en países que no conozco o que he conocido mucho después. Me gustaría tanto conocer la China o la India..., aunque conozco literariamente mucho ya.

MVLL. ¿Qué país lo conmovió más conocer, Borges?

JLB. Yo no sé, yo diría el Japón, Inglaterra y...

MVLL. ¿Islandia, por ejemplo?

JLB. Islandia, desde luego, porque yo estoy estudiando el idioma nórdico, que es la lengua madre del sueco, del noruego, del danés y parcialmente del inglés también.

MVLL. Es un idioma que se dejó de hablar ¿hace cuántos siglos?

JLB. No, no, se habla contemporáneamente en Islandia. Yo tengo ediciones de los clásicos, obras del siglo XIII, y esas ediciones, que me fue-ron regaladas o compré en Reikiavik, no tienen glosario, ni prólogo ni notas.

MVLL. O sea que es un idioma que no ha evolucionado, que sigue siendo el mismo a lo largo de ocho siglos.

JLB. Es que yo sospecho que la pronunciación ha cambiado. Ellos pueden leer a sus clásicos como si un inglés pudiera leer por ejemplo a Dunbar, a Chaucer, o como si nosotros pudiéramos leer, no sé, el Cantar de Mio Cid o los franceses La chanson de Roland.

MVLL. O los griegos a Homero.

JLB. Sí, exactamente. Ellos pueden leer a sus clásicos en ediciones sin notas, sin glosarios, pronunciándolos sin duda de un modo distinto. Pero, por ejemplo, la pronunciación inglesa también ha cambiado mucho. Nosotros decimos To be or not to be y parece que Shakespeare, en el siglo XVII decía aún, conservando las vocales abiertas sajonas: “Tou be or nat tou be”. Esto es mucho más sonoro, completamente distinto, y resulta casi cómico ahora.

MVLL. Borges, esta curiosidad o, más que curiosidad, esta fascinación suya por las literaturas exóticas...

JLB. Es que no sé si exóticas...

MVLL. Me refiero a su interés por la literatura nórdica o anglosajona.

JLB. Bueno, la anglosajona es la antigua literatura inglesa.

MVLL. ...usted cree que tiene algo que ver con...

JLB. ¿Con la nostalgia?

MVLL. Con Argentina, con el hecho de que Argentina sea un país totalmente moderno, casi sin pasado.

JLB. Yo creo que sí, y que quizás una de nuestras riquezas es la nostalgia. La nostalgia de Europa, sobre todo, que un europeo no puede sentir porque un europeo no se siente europeo sino, digamos, inglés, francés, alemán, español, italiano, ruso...

Buenos Aires, junio de 1981





Entrevista emitida el 7 de junio de 1981 en el programa peruano La torre de Babel
conducido por el escritor Mario Vargas Llosa
Publicada luego en La Nación, El Mercurio y otros periódicos hispanoamericanos
Y en Vargas Llosa, Mario; Medio Siglo con Borges, Alfaguara, 2020
En imagen: ejemplar de La Nación, 23 de agosto de 1981 con publicación original de la entrevista
(la edición incluida en el libro de reciente edición ha sufrido modificaciones introducidas por el escritor peruano)
Y portada del libro de Vargas Llosa editado por Alfaguara



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