30/5/15

Nicolás Cócaro: Las manos de Jorge Luis Borges









Temblorosas, cautivantes, desamparadas, contradictorias. No se parecen a las de la estatua de Medicis creadas por Miguel Ángel; tampoco a las manos memoriosas de Dürer. Ni a las de Ortega y Gasset. Son manos laberínticas; una necesita de la otra; no pueden subsistir sin acercarse (así, Borges en sus conferencias; así, mientras conversa entre amigos y las apoya en el bastón).

A través de ellas, la creación le ha dado forma en el vasto universo de la literatura a muchas páginas imperecederas. Han sostenido cuchillos; han empuñado espadas, pero, por encima de este amago -un pasado irremediablemente perdido para el hombre de acción de hoy y ganado para la literatura-, sus manos son las de un escritor. Le obedecen; sumisas acatan el fatigoso trabajo de horas y horas donde se ponen a prueba los riñones, según palabras de un escritor alemán.

Contradictorias, desamparadas, cautivantes, temblorosas. Manos. Manos para la creación; para la amistad; para el saludo; para el apretón cordial en cualquier esquina de cualquier calle porteña; para el vuelo del ala recién acariciada; para retener una rosa o una gota de rocío. Manos que añoran la batalla en la pampa abierta; manos que sienten y palpitan. Un cosmos. Un mundo; un ser con sus vicisitudes; un demoníaco luchar de sueño y realidad. Manos; manos de Jorge Luis Borges.


Nicolás Cócaro
9 de junio de 1966










En Las Manos de Borges (1966)
Nicolás Cócaro et al
Ilustraciones de Elbio Fernández
Ed. Francisco A. Colombo, Bs. As.
Fuente: Archivo Borges University of Notre Dame


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