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3/12/17

Jorge Luis Borges agasajado en la Biblioteca Nacional al cumplir 71 años







JORGE LUIS BORGES, máximo narrador y poeta de los argentinos, candidato permanente al premio Nobel, cumplió setenta y un años la semana pasada. El autor de "Ficciones", "El Hacedor", "El Aleph", y cuya última obra, "El informe de Brodie", ha sorprendido a la crítica por su estilo despojado y directo, fue agasajado en la Biblioteca Nacional. Sus amigos —entre los que se contaron Raúl Soldi y Bernardo Ezequiel Koremblit— alzaron copas de jerez para celebrar el cumpleaños del maestro, a quien acompañó su madre, doña Leonor Acevedo de Borges. No hace mucho el escritor recibió los 25.000 dólares del premio Matarazzo-Sobrinho, en Brasil, y se encuentra en la plenitud de su capacidad creadora.


Texto e imagen en: Gente, 3 de septiembre de 1971

Nota de FG: Jorge Luis Borges nació el 24 de agosto de 1899. En 1971 fecha de publicación referida por la fuente documental digitalizada por magicasruinas.com  no cumplió 71 años, sino 72.

25/11/17

Juan José Millás: Borges sueña a Bioy







Si lo piensan, lo extraordinario de esta imagen es su textura onírica. Como si el fotógrafo, para obtenerla, se hubiera colado en el sueño de alguien. Imaginemos que eso es posible, que se puede entrar de forma subrepticia, con una cámara de fotos, en la cabeza de un durmiente. En la de tu mujer, pongamos por caso, en la de un amigo, en la de un adversario, o en la de una persona que te resulta del todo indiferente. Supongamos que te es permitido regresar de ese viaje con un fotograma. ¿Se parecería a éste? Quizá sí, en la atmósfera al menos, en el color, en esa geometría del fondo, tan cargada de elementos arquitectónicos simbólicos que parece un decorado. Esa perspectiva lineal, con ambición de punto de fuga, es resueltamente alucinatoria. Y luego está el sujeto retratado, de nombre Adolfo Bioy Casares, escritor argentino que practicó, entre otros, el género fantástico. ¿No les parece que nos observa también desde una dimensión de la realidad que poco o nada tiene que ver con la vigilia? Parece como sonámbulo, como perdido en un mundo de sombras alejado del nuestro.
Recuerdo que cuando tropecé con el retrato en las páginas de Cultura del periódico, lo confundí durante unas décimas de segundo con Borges, del que fue amigo íntimo y colaborador. Tras caer en la cuenta del error, que me produjo una sorpresa embarazosa, continué observando la imagen, intentando adivinar qué me había conducido a él. Ahora creo haberlo adivinado: se trata de una instantánea de Bioy, en efecto, pero que parece sacada de un sueño de Borges. ¡Es Borges soñando con Bioy! ¿O no?

Texto y foto en: El País, Madrid, 20 de febrero de 2015
Retrato de Adolfo Bioy Casares por Gorka Lejarcegi


25/1/17

José Luis Cabezas: Fotografía de María Kodama junto a un retrato de Jorge Luis Borges







María Kodama posa junto a un retrato de Jorge Luis Borges hecho por el fotógrafo Eduardo Comesaña. 

Fotografía de José Luis Cabezas, para Editorial Perfil, Buenos Aires, 1996, tomada al cumplirse los primeros diez años del fallecimiento del escritor argentino.

14/11/15

Una placa recuerda al huésped Borges en la rue des Beaux Arts, Paris 6









Ici vecut Jorge Luis Borges, 1899-1986, ecrivain argentin, lors de sus frequents sejours a Paris de 1977 a 1984 ("Aquí vivió Jorge Luis Borges, 1899-1986, escritor argentino, en sus frecuentes visitas a París entre 1977 y 1984").

La placa recuerda al huésped Borges en la puerta de L´Hôtel, en la rue des Beaux Arts, Paris 6. 




Fotografía de dominio público



19/2/15

Jorge Luis Borges de gira con sus compañeros de clase en 1915

















Borges (à droite) en excursion avec son camarade de classe en 1915
Simon Jichlinsky apparemment le centre
Source : Ancienne coll. J.L. Borges - dans Borges, fotografias y manuscritos de Miguel De Torre Borges
aux Éditions Renglon (Buenos Aires, 1987)
Source: Álbum Borges
Sélection et commentaires: Jean Pierre Bernès
París, Gallimard, 1999
Cortesía: Samuel Chagalov





3/1/15

Playa Borges






A la derecha Jorge Luis Borges. A la izquierda Adolfo Bioy Casares.
A su lado Josefina Dorado y luego Silvina Ocampo.
Balneario de Punta Mogotes, sin fecha
(podría tratarse del mismo verano que foto siguiente)




De izq. a der.: Josefina Dorado, Bioy Casares, Victoria Ocampo, Borges.
Mar del Plata, 17 de marzo de 1935
Al dorso de la fotografía, de mano de ABC, se lee:
«En este mismo año 1935, dos o tres meses después, empezó la colaboración de JLB y ABC».






Borges, María Esther Vázquez, Silvina Ocampo, Cecilia Boldarín, Bioy Casares y Marta Bioy
Mar del Plata, 21 de febrero de 1964



Las tres fotos se incluyen en Bioy Casares: Borges 
Madrid, 1999




13/12/14

Richard Avedon: Borges



(...) En 1975 llegué a un punto en mi carrera en que no estaba interesado en hacer retratos a personas de poder y fama. Sin embargo, había tres hombres cuyo trabajo admiraba enormemente y cuyo retrato quería realizar: Jorge Luis Borges, Samuel Beckett, y Francis Bacon. Sus retratos involucraron tres tipos diferentes de performance: Borges otorgó una performance infotografiable, Beckett rechazó la performance y Bacon ofreció una performance perfecta.

Fotografío lo que más temo, y Borges era ciego.

En vuelo a Buenos Aires me informan que la madre de Borges, con quién yo sabía que él vivió toda su vida, acababa de morir esa mañana. Asumí que la sesión sería cancelada. Pero él me recibió, como estaba planeado, la tarde siguiente a las cuatro en punto. Llegué a su apartamento y me encontré a mi mismo en la oscuridad. Estaba sentado en una luz gris, en una silla pequeña, y me señaló con su mano que me sentara a su lado. Casi inmediatamente, me dijo que admiraba a Kipling, y me pidió que le leyera. “Ve a la biblioteca y busca en séptimo libro desde la derecha del segundo estante”. Lo hice. Me dijo cuál poema de Kipling quería ecuchar –“The Harp Song of the Dane Women”- y se lo leí. Se sumó en algunos pasajes. Si sabía yo anglosajón, me preguntó. ¿Qué prefería, leyenda o elegía? Elegía, aventuré. Me explicó, mientras preparaba su recitado, que su difunta madre yacía en la habitación de al lado. Sus manos se crisparon de dolor justo un instante antes de su muerte, explicó, y luego describió cómo él y su sirviente habían estirado cada uno de los dedos de su madre, uno por uno, hasta que sus manos descansaron sobre su pecho. Luego recitó la elegía anglosajona, su voz elevándose y cayendo en el cuarto oscuro.

La primera vez que lo vi en la luz, era mi luz. Me abrumaron los sentimientos y empecé a fotografiar. Pero las fotos resultaron más vacías de lo que yo esperaba. Pensé que de alguna manera la abrumación fue tanta que no había logrado poner nada de mí mismo en el retrato.

Cuatro años después leo una crónica de Paul Theroux sobre su visita a Borges. Era mi visita: la luz suave, la ida a la biblioteca, Kipling, el recital anglosajón. De alguna manera, parece que Borges no hubiera tenido visitas. La gente que venía de afuera sólo podía existir para él si formaba parte de su propio mundo interior, el mundo de poetas y sabios que eran su verdadera compañía. La gente de ese mundo sabía más, discutía mejor, tenía más para decirle. La performance no permitía ningún intercambio. Él se había tomado su propio retrato hacía tiempo atrás, y yo sólo pude fotografiar eso. (...)


Fotos: www.richardavedon.com/


11/12/14

Cristina Parodi: Jorge Luis Borges, Cartas del fervor (1919-1928)




Al hojear Cartas del fervor los lectores tenemos la inmediata y regocijante impresión de que en el campo de la edición de obras de Borges están soplando nuevos aires. Nos sorprende una edición cuidada, que reúne textos que sin reparos podemos atribuir a Borges, ordenados según las fechas reales o posibles –pero debidamente fundamentadas como posibles- de su escritura, precedidos por un estudio introductorio de alguien que conoce de cerca su obra (en este caso, Joaquín Marco); comprobamos también que por primerísima vez los textos van acompañados de un sólido aparato crítico (acertadamente confiado a un especialista: Carlos García), de una noticia responsable sobre los nombres citados y una bien confeccionada lista de la bibliografía de y sobre Borges mencionada en el volumen. La grata impresión del lector se refuerza al recorrer las secciones dedicadas a las 25 cartas de Borges a Maurice Abramowicz (presentadas en su versión original francesa y la correspondiente traducción de Marietta Gargatagli) y a las 46 cartas enviadas a Jacobo Sureda. En los dos casos, los textos van precedidos por una semblanza de ambos amigos de Borges y están reproducidos en forma integral, sin descartar tachaduras o agregados. Sin embargo, el lector no puede dejar de advertir que los “nuevos aires” no han logrado purificar plenamente el ambiente editorial en que está inmersa la obra de Borges. El primer indicio lo proporciona el título del volumen, Cartas del fervor, que encierra al menos un riesgo: si este libro llega a correr el destino de otros –como fue el caso de Textos cautivos- no tardará en ser incorporado a las Obras Completas, que pasarían así a cobijar otro volumen de Borges que él nunca escribió y que –si hubiera llegado a escribir- casi seguramente habría bautizado con otro nombre. Segundo indicio: Cartas del fervor se abre con una “Nota del editor”; el lector atento, que ya ha leído la carátula, supone que la nota proviene de Cristóbal Pera, a cuyo cuidado ha estado la edición del libro; no obstante, es Hans Meinke –tal vez vinculado con alguna de las empresas editoriales- quien no sin emoción recuerda el día en que las cartas de Sureda, provenientes de Mallorca, pasaron por Barcelona en viaje a París, celosamente custodiadas por María Kodama, “verdadero ángel defensor del grandioso legado borgiano”. Una edición que cuenta con los méritos arriba señalados debería haber renunciado al juego de palabras y preferido la sobriedad de un título descriptivo -como, por ejemplo, el que aparece confinado al pie de la cubierta: Correspondencia con Maurice Abramowicz y Jacobo Sureda (1919-1928)-. Y sin duda, también debería haber ahorrado al lector la confusión –e incluso la lectura- de las anecdóticas páginas de Meinke.









Jorge Luis Borges: Cartas del fervor. Correspondencia 
con Maurice Abramowicz y Jacobo Sureda (1919-1928), 
Barcelona: Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, Emecé, 1999
Escribe Cristina Parodi, de Buenos Aires

Imágenes de otro fervor: Cartas que sus lectores dejaron en la tumba en Ginebra
Foto  Archivo La Nación


10/12/14

Busto de Borges en el Jardín de los Poetas




















Busto de Jorge Luis Borges 
Escultor: Carlos Alvarez, 1996
Jardín de los Poetas (Palermo) Buenos Aires
Fotos: P. Damiano


29/11/14

Jorge Luis Borges y David Ben Gurion en Buenos Aires






Congreso Spinoza
En 1969 David Ben Gurión visitó Buenos Aires por única vez para dictar un seminario sobre el filósofo Baruj Spinoza junto con Jorge Luis Borges

Fuente: kosherlat.com Vía TW @kosherlat


25/11/14

Jorge Luis Borges firma en la Feria del Libro de Bs. As. ca.1975-77















Documentos hallados en herencia familiar:
JLB firma una carpeta de recortes de diario con sus textos.
A la izquierda de Borges,  Prof. Roberto Castiglioni, creador y titular
de la Feria Internacional del Libro 1975-1989
Fotos: PD


22/4/14

Aquí vivió desde 1944 hasta los últimos años








Av. Maipú y Marcelo T. de Alvear
Piso 6º B, hoy desocupado
Frente a la Plaza San Martín - Buenos Aires


20/4/14

Monumento a Borges en la Biblioteca Nacional







Biblioteca Nacional de Buenos Aires, explanada sobre la calle Austria
Escultura (hoy restaurada): Antonio Oriana Junio 2013
Visto en Baires

18/2/14

Borges por Richard Avedon





(...) En 1975 llegué a un punto en mi carrera en que no estaba interesado en hacer retratos a personas de poder y fama. Sin embargo, había tres hombres cuyo trabajo admiraba enormemente y cuyo retrato quería realizar: Jorge Luis Borges, Samuel Beckett, y Francis Bacon. Sus retratos involucraron tres tipos diferentes de performance: Borges otorgó una performance infotografiable, Beckett rechazó la performance y Bacon ofreció una performance perfecta.

Fotografío lo que más temo, y Borges era ciego.

En vuelo a Buenos Aires me informan que la madre de Borges, con quién yo sabía que él vivió toda su vida, acababa de morir esa mañana. Asumí que la sesión sería cancelada. Pero él me recibió, como estaba planeado, la tarde siguiente a las cuatro en punto. Llegué a su apartamento y me encontré a mi mismo en la oscuridad. Estaba sentado en una luz gris, en una silla pequeña, y me señaló con su mano que me sentara a su lado. Casi inmediatamente, me dijo que admiraba a Kipling, y me pidió que le leyera. “Ve a la biblioteca y busca en séptimo libro desde la derecha del segundo estante”. Lo hice. Me dijo cuál poema de Kipling quería ecuchar –“The Harp Song of the Dane Women”- y se lo leí. Se sumó en algunos pasajes. Si sabía yo anglosajón, me preguntó. ¿Qué prefería, leyenda o elegía? Elegía, aventuré. Me explicó, mientras preparaba su recitado, que su difunta madre yacía en la habitación de al lado. Sus manos se crisparon de dolor justo un instante antes de su muerte, explicó, y luego describió cómo él y su sirviente habían estirado cada uno de los dedos de su madre, uno por uno, hasta que sus manos descansaron sobre su pecho. Luego recitó la elegía anglosajona, su voz elevándose y cayendo en el cuarto oscuro.

La primera vez que lo vi en la luz, era mi luz. Me abrumaron los sentimientos y empecé a fotografiar. Pero las fotos resultaron más vacías de lo que yo esperaba. Pensé que de alguna manera la abrumación fue tanta que no había logrado poner nada de mí mismo en el retrato.

Cuatro años después leo una crónica de Paul Theroux sobre su visita a Borges. Era mi visita: la luz suave, la ida a la biblioteca, Kipling, el recital anglosajón. De alguna manera, parece que Borges no hubiera tenido visitas. La gente que venía de afuera sólo podía existir para él si formaba parte de su propio mundo interior, el mundo de poetas y sabios que eran su verdadera compañía. La gente de ese mundo sabía más, discutía mejor, tenía más para decirle. La performance no permitía ningún intercambio. Él se había tomado su propio retrato hacía tiempo atrás, y yo sólo pude fotografiar eso. (...)



Fragmento de Richard Avedon Portraits
Foto: www.richardavedon.com/


1/2/14

Portadas de los libros de Borges



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