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10/8/17

Jorge Luis Borges: Unas notas para «La cifra»









Las dos catedrales: La filosofía y la teología son, lo sospecho, dos especies de la literatura fantástica. Dos especies espléndidas. En efecto, ¿qué son las noches de Sharazad o el hombre invisible, al lado de la infinita sustancia, dotada de infinitos atributos, de Baruch Spinoza o de los arquetipos platónicos? A éstos me he referido en Poema, así como en Correr o ser o en Beppo. Recuerdo, al pasar, que ciertas escuelas de la China se preguntaron si hay un arquetipo, un li, del sillón y otro del sillón de bambú. El curioso lector puede interrogar A Short History of Chinese Philosophy (Macmillan, 1948), de Fung Yu-Lan.

Aquél: Esta composición, como casi todas las otras, abusa de la enumeración caótica. De esta figura, que con tanta felicidad prodigó Walt Whitman, sólo puedo decir que debe parecer un caos, un desorden, y ser íntimamente un cosmos, un orden.

Eclesiastés, 1-9: En el versículo de referencia algunos han visto una alusión al tiempo circular de los pitagóricos. Creo que tal concepto es del todo ajeno a los hábitos del pensamiento hebreo.

Andrés Armoa: El lector español debe imaginar que su historia ocurre en la provincia de Buenos Aires, hacia mil ochocientos setenta y tantos.

El tercer hombre: Esta página, cuyo tema son los secretos vínculos que unen a todos los seres del mundo, es fundamentalmente igual a la que se llama El bastón de laca.



En La cifra  —in fine— (1981)
Foto: Borges en Palermo 1984, Archeological Museum
© Ferdinando Scianna/Magnum Photos


28/2/17

Jorge Luis Borges: Prólogo [La cifra]






El ejercicio de la literatura puede enseñaros a eludir equivocaciones, no a merecer hallazgos. Nos revela nuestras imposibilidades, nuestros severos límites. Al cabo de los años, he comprendido que me está vedado ensayar la cadencia mágica, la curiosa metáfora, la interjección, la obra sabiamente gobernada o de largo aliento. Mi suerte es lo que suele denominarse poesía intelectual. La palabra es casi un oxímoron; el intelecto (la vigilia) piensa por medio de abstracciones, la poesía (el sueño), por medio de imágenes, de mitos o de fábulas. La poesía intelectual debe entretejer gratamente esos dos procesos. Así lo hace Platón en sus diálogos; así lo hace también Francis Bacon en su enumeración de los ídolos de la tribu, del mercado de la caverna y del teatro. El maestro del género es, en mi opinión, Emerson; también lo han ensayado, con diversa felicidad, Browning y Frost, Unamuno y, me aseguran, Paul Valéry. Admirable ejemplo de una poesía puramente verbal es la siguiente estrofa de Jaimes Freyre:

  
    Peregrina paloma imaginaria
    que enardeces los últimos amores;
    alma de luz, de música y de flores,
    peregrina paloma imaginara.
  
  No quiere decir nada y a la manera de la música dice todo.

  Ejemplo de poesía intelectual es aquella silva de Luis de León, que Poe sabía de memoria:
  
    Vivir quiero conmigo,
    gozar quiero del bien que debo al Cielo,
    a solas, sin testigo,
    libre de amor, de celo,
    de odio, de esperanza, de recelo.
  
  No hay una sola imagen. No hay una sola hermosa palabra, con la excepción dudosa de testigo, que no sea una abstracción.

  Estas páginas buscan, no sin incertidumbre, una vía media.

    J.L.B.
    Buenos Aires, 29 de abril de 1981


En La Cifra (1981)
Retrato de Jorge Luis Borges, Foto Antonio Gabriel, 1986

11/12/16

Jorge Luis Borges: El ápice







No te habrá de salvar lo que dejaron
escrito aquellos que tu miedo implora;
no eres los otros y te ves ahora
centro del laberinto que tramaron

tus pasos. No te salva la agonía
de Jesús o de Sócrates ni el fuerte
Siddharta de oro que aceptó la muerte
en un jardín, al declinar el día.

Polvo también es la palabra escrita
por tu mano o el verbo pronunciado
por tu boca. No hay lástima en el Hado

y la noche de Dios es infinita.
Tu materia es el tiempo, el incesante
tiempo. Eres cada solitario instante.




En La cifra  (1981)
Imagen: Wall Poem, Leiden: Jorge Luis Borges, El Apice
Groenhovenstraat 18, Leiden, The Netherlands
Crédito: I Harsten, 2008



9/11/16

Jorge Luis Borges: El espía









En la pública luz de las batallas
otros dan su vida a la patria
y los recuerda el mármol.
Yo he errado oscuro por ciudades que odio.
Le di otras cosas.
Abjuré de mi honor,
traicioné a quienes me creyeron su amigo,
compré conciencias,
abominé del nombre de la patria.
Me resigno a la infamia.



En La cifra (1981)
Imagen: Juan Carlos Benítez: Borges y su universo (collage)


5/11/16

Jorge Luis Borges: El desierto








Antes de entrar en el desierto
los soldados bebieron largamente el agua de la cisterna.
Hierocles derramó en la tierra
el agua de su cántaro y dijo:
Si hemos de entrar en el desierto,
ya estoy en el desierto.
Si la sed va a abrasarme,
que ya me abrase.
Esta es una parábola.
Antes de hundirme en el infierno
los lictores del dios me permitieron que mirara una rosa.
Esa rosa es ahora mi tormento
en el oscuro reino.
A un hombre lo dejó una mujer.
Resolvieron mentir un último encuentro.
El hombre dijo:
Si debo entrar en la soledad
ya estoy solo.
Si la sed va a abrasarme,
que ya me abrase.
Esta es otra parábola.
Nadie en la tierra
tiene el valor de ser aquel hombre.



En La cifra (1981)
Foto: Manuel Mejía Vallejo y Borges en 1978
Biblioteca Pública Piloto, Medellín, Colombia



24/10/16

Jorge Luis Borges: El cómplice







Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos.
Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta.
Me engañan y yo debo ser la mentira.
Me incendian y yo debo ser el infierno.
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
Mi alimento es todas las cosas.
El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.
Debo justificar lo que me hiere.
No importa mi ventura o mi desventura.
Soy el poeta.



En La cifra (1981)



17/10/16

Jorge Luis Borges: Ronda






El Islam, que fue espadas 
que desolaron el poniente y la aurora 
y estrépito de ejércitos en la tierra 
y una revelación y una disciplina 
y la aniquilación de los ídolos 
y la conversión de todas las cosas 
en un terrible Dios, que está solo, 
y la rosa y el vino del sufí 
y la rimada prosa alcoránica 
y ríos que repiten alminares 
y el idioma infinito de la arena 
y ese otro idioma, el álgebra, 
y ese largo jardín, las Mil y Una Noches, 
y hombres que comentaron a Aristóteles 
y dinastías que son ahora nombres del polvo 
y Tamerlán y Omar, que destruyeron, 
es aquí, en Ronda, 
en la delicada penumbra de la ceguera, 
un cóncavo silencio de patios, 
un ocio del jazmín 
y un tenue rumor de agua, que conjuraba 
memorias de desiertos.

En La cifra (1981)
Retrato de Jorge Luis Borges
Archivo ANDINA, Perú

17/9/16

Jorge Luis Borges: Milonga de Juan Muraña






    Me habré cruzado con él
    en una esquina cualquiera.
    Yo era un chico, él era un hombre.
    Nadie me dijo quién era.

    No sé por qué en la oración
    ese antiguo me acompaña.
    Sé que mi suerte es salvar
    la memoria de Muraña.

    Tuvo una sola virtud.
    Hay quien no tiene ninguna.
    Fue el hombre más animoso
    que han visto el sol y la luna.

    A nadie faltó el respeto.
    No le gustaba pelear,
    pero cuando se avenía,
    siempre tiraba a matar.

    Fiel como un perro al caudillo
    servía en las elecciones.
    Padeció la ingratitud,
    la pobreza y las prisiones.

    Hombre capaz de pelear
    liado al otro por un lazo,
    hombre que supo afrontar
    con el cuchillo el balazo.

    Lo recordaba Carriego
    y yo lo recuerdo ahora.
    Más vale pensar en otros
    cuando se acerca la hora.


En La cifra (1981)
Caricatura de Jorge Luis Borges por Andrés Casciani

15/9/16

Jorge Luis Borges: Al adquirir una enciclopedia






    Aquí la vasta enciclopedia de Brockhaus,
    aquí los muchos y cargados volúmenes y el volumen del atlas,
    aquí la devoción de Alemania,
    aquí los neoplatónicos y los gnósticos,
    aquí el primer Adán y Adán de Bremen,
    aquí el tigre y el tártaro,
    aquí la escrupulosa tipografía y el azul de los mares,
    aquí la memoria del tiempo y los laberintos del tiempo,
    aquí el error y la verdad,
    aquí la dilatada miscelánea que sabe más que cualquier hombre,
    aquí la suma de la larga vigilia.
    Aquí también los ojos que no sirven, las manos que no aciertan,
    las ilegibles páginas,
    la dudosa penumbra de la ceguera, los muros que se alejan.
    Pero también aquí una costumbre nueva
    de esta costumbre vieja, la casa,
    una gravitación y una presencia,
    el misterioso amor de las cosas
    que nos ignoran y se ignoran.


En La cifra (1981)
Jorge Luis Borges entrevistado en su casa 
Foto ©Susana Mulé


17/7/16

Jorge Luis Borges: Nota para un cuento fantástico






En Wisconsin o en Texas o en Alabama los chicos juegan a la guerra y los dos bandos son el Norte y el Sur. Yo sé (todos lo saben) que la derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece, pero también sé imaginar que ese juego, que abarca más de un siglo y un continente, descubrirá algún día el arte divino de destejer el tiempo o, como dijo Pietro Damiano, de modificar el pasado.

Si ello acontece, si en el decurso de los largos juegos el Sur humilla al Norte, el hoy gravitará sobre el ayer y los hombres de Lee serán vencedores en Gettysburg en los primeros días de julio de 1863 y la mano de Donne podrá dar fin a su poema sobre las transmigraciones de un alma y el viejo hidalgo Alonso Quijano conocerá el amor de Dulcinea y los ocho mil sajones de Hastings derrotarán a los normandos, como antes derrotaron a los noruegos, y Pitágoras no reconocerá en un pórtico de Argos el escudo que usó cuando era Euforbo.


En La cifra (1981)
Retrato de Borges por Wald Fulgenzi
Serie de retratos expuestos en PHOTOAMERICA '84

8/6/16

Jorge Luis Borges: Beppo






El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa, son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos,
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede al tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?



En La cifra (1981)
Foto: Borges y Beppo, por Julie Méndez Ezcurra


23/5/16

Jorge Luis Borges: Blake








¿Dónde estará la rosa que en tu mano
prodiga, sin saberlo, íntimos dones?
No en el color, porque la flor es ciega,
ni en la dulce fragancia inagotable,
ni en el peso de un pétalo. Esas cosas
son unos pocos y perdidos ecos.
La rosa verdadera está muy lejos.
Puede ser un pilar o una batalla
o un firmamento de ángeles o un mundo
infinito, secreto y necesario,
o el júbilo de un dios que no veremos
o un planeta de plata en otro cielo
o un terrible arquetipo que no tiene
la forma de la rosa.




En La cifra (1981)
Image: Self-Portrait William Blake


3/5/16

Jorge Luis Borges: El tercer hombre*







Dirijo este poema
(por ahora aceptemos esa palabra)
al tercer hombre que se cruzó conmigo antenoche,
no menos misterioso que el de Aristóteles.
El sábado salí.
La noche estaba llena de gente;
hubo sin duda un tercer hombre,
como hubo un cuarto y un primero.
No sé si nos miramos;
él iba a Paraguay, yo iba a Córdoba.
Casi lo han engendrado estas palabras;
nunca sabré su nombre.
Sé que hay un sabor que prefiere.
Sé que ha mirado lentamente la luna.
No es imposible que haya muerto.
Leerá lo que ahora escribo y no sabrá
que me refiero a él.
En el secreto porvenir
podemos ser rivales y respetarnos
o amigos y querernos.
He ejecutado un acto irreparable,
he establecido un vínculo.
En este mundo cotidiano,
que se parece tanto
al libro de las Mil y Una Noches,
no hay un solo acto que no corra el albur
de ser una operación de la magia,
no hay un solo hecho que no pueda ser el primero
de una serie infinita.
Me pregunto qué sombras no arrojarán
estas ociosas líneas.



[*] Esta página, cuyo tema son los secretos vínculos que unen a todos los seres del mundo,
es fundamentalmente igual a la que se llama El bastón de laca


En La cifra (1981)
Foto: Borges en Wisconsin 1983, de Claudio Pérez Míguez

incluida en Atlas



16/4/16

Jorge Luis Borges: Un sueño







En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma del círculo) hay una mesa de madera y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular... El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.



En La cifra (1981)
Retrato de Borges por Charles Silver, 1982



1/3/16

Jorge Luis Borges: Andrés Armoa*







Los años le han dejado unas palabras en guaraní, que sabe usar cuando la ocasión lo requiere, pero que no podría traducir sin algún trabajo.
Los otros soldados lo aceptan, pero algunos (no todos) sienten que algo ajeno hay en él, como si fuera hereje o infiel o padeciera un mal.
Este rechazo lo fastidia menos que el interés de los reclutas.
No es bebedor, pero suele achisparse los sábados.
Tiene la costumbre del mate, que puebla de algún modo la soledad.
Las mujeres no lo quieren y él no las busca.
Tiene un hijo en Dolores. Hace años que no sabe nada de él, a la manera de la gente sencilla que no se escribe.
No es hombre de buena conversación, pero suele contar, siempre con las mismas palabras, aquella larga marcha de tantas leguas desde Junín hasta San Carlos. Quizá la cuenta con las mismas palabras, porque las sabe de memoria y ha olvidado los hechos.
No tiene catre. Duerme sobre el recado y no sabe qué cosa es la pesadilla.
Tiene la conciencia tranquila. Se ha limitado a cumplir órdenes.
Goza de la confianza de sus jefes.
Es el degollador.
Ha perdido la cuenta de las veces que ha visto el alba en el desierto.
Ha perdido la cuenta de las gargantas, pero no olvidará la primera y los visajes que hizo el pampa.
Nunca lo ascenderán. No debe llamar la atención.
En su provincia fue domador. Ya es incapaz de jinetear un bagual, pero le gustan los caballos y los     entiende.
Es amigo de un indio.


*El lector español debe imaginar que su historia ocurre en la provincia de Buenos Aires, hacia mil ochocientos setenta y tantos.



En La cifra (1981)
Foto: Borges en San Juan, 1984

24/1/16

Jorge Luis Borges: Nostalgia del presente








En aquel preciso momento el hombre se dijo:
Qué no daría yo por la dicha
de estar a tu lado en Islandia
bajo el gran día inmóvil
y de compartir el ahora
como se comparte la música
o el sabor de una fruta.
En aquel preciso momento
el hombre estaba junto a ella en Islandia.




En La cifra, 1981
Obra poética 1923/1985
Buenos Aires, 2001

Foto: Borges y Kodama en Notre-Dame
La Maga Colección - Homenaje a Borges
Buenos Aires, febrero 1996



20/12/15

Jorge Luis Borges: Correr o ser









¿Fluye en el cielo el Rhin? ¿Hay una forma
universal del Rhin, un arquetipo,
que invulnerable a ese otro Rhin, el tiempo,
dura y perdura en un eterno Ahora
y es raíz de aquel Rhin, que en Alemania
sigue su curso mientras dicto el verso?
Así lo conjeturan los platónicos;
así no lo aprobó Guillermo de Occam.
Dijo que Rhin (cuya etimología
es rinan o correr) no es otra cosa
que un arbitrario apodo que los hombres
dan a la fuga secular del agua
desde los hielos a la arena última.
Bien puede ser. Que lo decidan otros.
¿Seré apenas, repito aquella serie
de blancos días y de negras noches
que amaron, que cantaron, que leyeron
y padecieron miedo y esperanza
o también habrá otro, el yo secreto
cuya ilusoria imagen, hoy borrada
he interrogado en el ansioso espejo?
Quizá del otro lado de la muerte
sabré si he sido una palabra o alguien.



En La cifra (1981)
Foto: Borges y el editor Franco Ricci
Italia, 1977, rocaille.it

10/12/15

Jorge Luis Borges: La fama









Haber visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar.
Recordar el patio de tierra y la parra, el zaguán y el aljibe.
Haber heredado el inglés, haber interrogado el sajón.
Profesar el amor del alemán y la nostalgia del latín.
Haber conversado en Palermo con un viejo asesino.
Agradecer el ajedrez y el jazmín, los tigres y el hexámetro.
Leer a Macedonio Fernández con la voz que fue suya.
Conocer las ilustres incertidumbres que son la metafísica.
Haber honrado espadas y razonablemente querer la paz.
No ser codicioso de islas.
No haber salido de mi biblioteca.
Ser Alonso Quijano y no atreverme a ser don Quijote.
Haber enseñado lo que no sé a quienes sabrán más que yo.
Agradecer los dones de la luna y de Paul Verlaine.
Haber urdido algún endecasílabo.
Haber vuelto a contar antiguas historias.
Haber ordenado en el dialecto de nuestro tiempo las cinco
o seis metáforas.
Haber eludido sobornos.
Ser ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y
(como todos los hombres) de Roma.
Ser devoto de Conrad.
Ser esa cosa que nadie puede definir: argentino.
Ser ciego.
Ninguna de esas cosas es rara y su conjunto me depara una fama
que no acabo de comprender.


En: La cifra (1981)
Foto:  Retrato de Borges, CeDoc Diario Perfil 

28/10/15

Jorge Luis Borges: Elegía






Sin que nadie lo sepa, ni el espejo,
ha llorado unas lágrimas humanas.
No puede sospechar que conmemoran
todas las cosas que merecen lágrimas:
la hermosura de Helena, que no ha visto,
el río irreparable de los años,
la mano de Jesús en el madero
de Roma, la ceniza de Cartago,
el ruiseñor del húngaro y del persa,
la breve dicha y la ansiedad que aguarda,
de marfil y de música Virgilio,
que cantó los trabajos de la espada,
las configuraciones de las nubes
de cada nuevo y singular ocaso
y la mañana que será la tarde.
Del otro lado de la puerta un hombre
hecho de soledad, de amor, de tiempo,
acaba de llorar en Buenos Aires
todas las cosas.



En  La cifra (1981)
Foto sin atribución de autor incluida en El mundo de Borges,
fascículos bajo la dirección de Roberto Alifano, Alejandro Vaccaro y Ámbito Financiero
Buenos Aires, Ámbito Financiero, sin fecha


12/10/15

Jorge Luis Borges: The Cloisters





De un lugar del reino de Francia
trajeron los cristales y la piedra
para construir en la isla de Manhattan
estos cóncavos claustros.
No son apócrifos.
Son fieles monumentos de una nostalgia.
Una voz americana nos dice
que paguemos lo que queramos,
porque toda esta fábrica es ilusoria
y el dinero que deja nuestra mano
se convertirá en zequíes o en humo.
Esta abadía es más terrible
que la pirámide de Ghizeh
o que el laberinto de Knossos,
porque es también un sueño.
Oímos el rumor de la fuente,
pero esa fuente está en el Patio de los Naranjos
o en el cantar Der Asra.
Oímos claras voces latinas,
pero esas voces resonaron en Aquitania
cuando estaba cerca el Islam.
Vemos en los tapices
la resurrección y la muerte
del sentenciado y blanco unicornio,
porque el tiempo de este lugar
no obedece a un orden.
Los laureles que toco florecerán
cuando Leif Ericsson divise las arenas de América.
Siento un poco de vértigo.
No estoy acostumbrado a la eternidad.



En La cifra (1981)
Foto: Borges en Madrid para recibir el premio Cervantes 1979 
Archivo AP, Madrid 1980


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