23/5/16

Jorge Luis Borges: Blake








¿Dónde estará la rosa que en tu mano
prodiga, sin saberlo, íntimos dones?
No en el color, porque la flor es ciega,
ni en la dulce fragancia inagotable,
ni en el peso de un pétalo. Esas cosas
son unos pocos y perdidos ecos.
La rosa verdadera está muy lejos.
Puede ser un pilar o una batalla
o un firmamento de ángeles o un mundo
infinito, secreto y necesario,
o el júbilo de un dios que no veremos
o un planeta de plata en otro cielo
o un terrible arquetipo que no tiene
la forma de la rosa.




En La cifra (1981)
Image: Self-Portrait William Blake


22/5/16

Jorge Luis Borges en su voz: Manuscrito hallado en un libro de Joseph Conrad







En las trémulas tierras que exhalan el verano,
el día es invisible de puro blanco. El día
es una estría cruel en una celosía,
un fulgor en las costas y una fiebre en el llano.

Pero la antigua noche es honda como un jarro
de agua cóncava. El agua se abre a infinitas huellas,
y en ociosas canoas, de cara a las estrellas,
el hombre mide el vago tiempo con el cigarro.

El humo desdibuja gris las constelaciones
remotas. Lo inmediato pierde prehistoria y nombre.
El mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones.
El río, el primer río. El hombre, el primer hombre.






En Luna de enfrente (1925)
Retrato de Jorge Luis Borges sin atribución
En diario Los Andres, 18 de septiembre de 2004

21/5/16

Jorge Luis Borges: Del Director de la Biblioteca Nacional (Carta)





Señora Directora de Clarín:
En una de las partes de la carta del señor Jorge Ballester que se publicó en la edición del 22 de febrero se expresa lo siguiente: “Si usted va a la Biblioteca Nacional media hora antes del cierre no le admitirán pedido alguno, aunque a usted le basten diez minutos para consultar el libro o el periódico que solicita. ¿Y por qué? Porque diez o quince minutos antes de la hora de cierre comienza la ‘desbandada’ y los lectores son prácticamente expulsados a fin de que los empleados puedan, a la hora del cierre —es decir cuando recién debían clausurar las salas de lectura— estar en la puerta de calle, listos para emprender la retirada a sus casas…”
Sobre el particular llevo a su conocimiento que la Biblioteca Nacional, que me honro en dirigir, presta un servicio calificado y amable a sus lectores. Extendió su horario que era de 14 a 22 horas al actual de 8 a 24 horas desde mediados de 1967, como prueba de su permanente afán de superación y servicio, implantando el servicio de fotoduplicación en el acto desde hace más de dos años, lo que representa un aporte de suma utilidad al lector, estudiante y/o investigador. En el año 1972 incrementó en forma superlativa su programa de extensión cultural con exposiciones y conferencias, concretándose un operativo conjunto con el Consejo Nacional de Educación que llevó el patrimonio del organismo al interior de nuestras escuelas primarias, dándose clases especializadas en ellas y recibiéndose la visita guiada de cerca de 9.000 escolares de 6º y 7º grado. Con estas menciones muy sintéticas quiero expresar a usted la envergadura cultural y de servicio público que presta la Biblioteca Nacional, posible solamente merced al espíritu de sacrificio de su personal, muy escaso en número y con escasa remuneración, pero que se halla consustanciado con la misión docente que de ella emana.
La Biblioteca Nacional opera mediante reglamentos que conoce el lector y, media hora antes del cierre, como ocurre en toda biblioteca pública de la importancia de la nuestra, no se entregan obras pues deben irse acomodando en sus estantes las que los lectores devuelven a fin de estar debidamente ordenadas para el servicio público del día siguiente. Además pedir un libro lleva un proceso de unos seis a diez minutos que, en el caso expuesto por el señor Ballester, distrae al personal destinado a tal tarea en lo que debe hacer específicamente entre las 23.30 a 24, que es ir poniendo libros consultados en su habitual encasillamiento; espacio de tiempo en que espontáneamente ya los lectores existentes van devolviendo las obras. Por lo demás el caso que pinta el singular denunciante habitualmente no se produce y, a quien el personal brinda razones, comprende que el reglamento de trabajo se establece de acuerdo a lo que aconseja un eficiente servicio público. Ello no es óbice para que cuando una circunstancia de real necesidad y no una cuestión de hábito encuentre disposición especial en el empleado que atiende la solicitud, que por exceso de buena voluntad crea conveniente atender. Se debe entender que la Biblioteca Nacional constituye un amplio complejo cuyo mecanismo funciona por el sistema de relojería, la única forma de hacerlo eficiente como es.
Rechazo la afirmación de que el personal se retira de sus obligaciones 10 o 15 minutos antes del cierre, expulsando a los lectores. Demasiado grosera es esta gratuita imputación a un personal que no ahorra fatigas poniendo el hombro más allá de sus normales obligaciones. Hasta ahora la Dirección no ha podido constatar deterioros en sus instalaciones por esa ‘desbandada’ de que nos habla nuestro singular crítico. Sí en cambio puedo asegurar el retiro ordenado del personal a partir de la hora 0.05 a 0.20, según sean sus responsabilidades luego de la hora de cierre a las 24. En cuanto al rubro ‘Hemeroteca’ de atención de diarios, revistas y periódicos, el horario de cierre es la hora 21. Solamente la sala principal está abierta hasta la hora 24. El señor Ballester debe comprender que su derecho termina donde comienza el derecho de su servidor, cuando le llega el turno de irse a su casa a descansar. El tiempo de cada uno debe ser graduado de acuerdo con la necesidad que se tenga, sin pretender sojuzgar caprichosamente el ajeno que no le pertenece.
Salúdala atentamente
JORGE LUIS BORGES
Director Biblioteca Nacional


En octubre de 1955, Jorge Luis Borges asumió como Director de la Biblioteca Nacional. Dieciocho años más tarde, en 1973, ante el regreso de Juan Domingo Perón al gobierno, se acogió a la jubilación, tramitada con anterioridad. (N. del E.)


En diario Clarín, Buenos Aires, 10 de marzo de 1973* - En la sección “Cartas al País”.
Luego en Textos recobrados 1956-1986
Edición al cuidado de Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Zocchi
© 2003 Maria Kodama
© Emecé editores
Buenos Aires 2003

Imagen: Placa conmemorativa a Borges y a Groussac
en la Biblioteca acional de Buenos Aires
Foto: Carlos María Parise



20/5/16

Adolfo Bioy Casares: "Borges" [9 de abril de 1958]
Historia de Salomón







Miércoles, 9 de abril. Hablo con Borges. Me cuenta: «El rey David llamó a un joyero y le pidió que le hiciera un anillo, un anillo que le recordara, en los momentos de júbilo, que no debía ensoberbecerse, y, en los momentos de tristeza, que no debía abatirse. "¿Cómo lo haré?", preguntó el hombre. "Tú lo sabrás —contestó el rey—. Para eso eres artífice." El joyero salió a la calle. Un joven le preguntó: "Anciano, ¿qué te atormenta?". El joyero contestó: "El rey me ha encargado un anillo" y explicó todo. "Eso es fácil —declaró el joven—. Fabrica un anillo de oro, con la inscripción: Esto también pasará." Así lo hizo el joyero y llevó el anillo al rey, quien le preguntó: "¿Cómo se te ha ocurrido esto?". "No se me ha ocurrido a mí, sino a un joven, que era así y así", contestó el joyero. "Ah —exclamó el rey—, ese joven es mi hijo Salomón." Es una historia perfecta, limada hasta la perfección por los años. Qué bien que el joven no fuera un ángel, como uno temía, sino Salomón».





En Bioy Casares, Adolfo: Borges 
Barcelona: Ediciones Destino ("Imago Mundi"), 2006

Foto: Con Rachel Lebenas, pintora y actriz, en un homenaje dedicado a Borges (Posadas, Misiones)



19/5/16

Jorge Luis Borges: Un curioso método






Si no me engaño, hay dos maneras fundamentales de concebir la historia. La más antigua presupone el libre albedrío y se cree autorizada a formular censuras y aprobaciones; la otra es determinista y rebaja los actos de los hombres a un mecanismo impersonal y fatal de hechos inevitables. Ambas son lícitas, ya que nadie sabe a cuál de las dos corresponde el mundo. Si la piedra que cae fuera consciente, observa Spinoza, se creería libre y estaría segura de que se mueve porque así lo quiere su voluntad.
A partir del año 55, pululan las historias y los análisis del régimen abolido. El hecho no es extraño; la dictadura fue inverosímil y aun increíble, y uno de los alivios (o acaso de los horrores adicionales) de aquella larga noche era, lo recuerdo muy bien, sentir que era irreal.[*] Lo extraño es la conducta híbrida de los historiadores. Estos incorruptibles aplican con rigor las nociones de libre albedrío y de culpa a cuantos gobernaron el país —salvo al partido de Perón, para el cual se reservan los beneficios del fatalismo histórico—. Resulta así que todos los argentinos tienen la culpa de la dictadura depuesta, salvo, se entiende, el dictador, sus legisladores, Nieves Malaver, los miembros de la CGT y de la ADEA, los Cardoso, la Alianza Libertadora y las turbas que entre un saqueo y un incendio, daban horror a las noches de Buenos Aires vociferando: ¡Mi general cuánto valés! y los otros servilismos del repertorio.
El estilo de los textos de que hablo es revelador. En un solo párrafo he subrayado las locuciones: pueblo insurrectoinjusticia socialenajenación de la patria a los consorcios extranjeros y oligarquía. Inútil proseguir; el lector ya ha reconocido el dialecto, el vocabulario y casi la voz del Padre de los Pobres o de su ligera variante, el Candidato Único o de alguna variante de esa variante… El remedo, claro está, es voluntario. Quienes en un estilo reflejo ensayan estos tambaleantes análisis, notoriamente lo hacen para lograr el favor de un electorado que suponen muy numeroso. No los mueve el magnánimo temor de mostrarse duros con un adversario caído; saben que la batalla persiste y se entienden, o quieren entenderse, con los opresores de ayer. Simulan incoercible sinceridad, pero ni una palabra de condena tienen para los asaltos, los robos, los descarrilamientos y los incendios; aludir a violencia o a sabotaje podría molestar al múltiple monstruo.
Este recato es comprensible, pero entiendo que es excesivo. Si, como sugieren los analistas, el pueblo hubiera sido partidario del dictador, la revolución, tan pobre de recursos materiales como rica de valentía no habría alcanzado el triunfo. Por lo demás la ética no es una rama de la estadística; una cosa no deja de ser atroz porque millares de hombres la hayan aclamado o ejecutado.






[*] Sospecho que la palabra pesadilla, aplicada al tiempo de Perón, no es una metáfora. La frecuencia de su empleo casi lo prueba. (J.L.B.)

En “Una efusión de Ezequiel Martínez Estrada”, artículo publicado en Sur, Buenos Aires, Nº 242, septiembre-octubre de 1956, recogido en Borges en Sur y en Miscelánea, Borges responde a Martínez Estrada, quien lo ha tratado de “turiferario a sueldo”. Se inicia entonces una disputa en torno al peronismo recién derrocado. Ernesto Sabato interviene con “Una efusión de Jorge Luis Borges”, publicado en Ficción, Buenos Aires, Nº 4, noviembre de 1956; Borges le responde en “Un curioso método”, y Sabato lo refuta en “Sobre el método histórico de Jorge Luis Borges”, en Ficción, Nº 7, mayo de 1957.

Borges contestó también sobre Martínez Estrada en una nota titulada “Los escritores frente a una actitud”, véase revista Atlántida, Nº 1.123, septiembre de 1960.(N.del E.)


En revista Ficción, Buenos Aires, Nº 6, marzo-abril de 1957
Luego en Textos recobrados 1956-1986
Edición al cuidado de Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Zocchi
© 2003 Maria Kodama
© Emecé editores
Buenos Aires 2003

Captura video Imágenes inéditas de Borges (s-d)


18/5/16

Jorge Luis Borges: Los destinos








Las almas escogían su destino
y Juan Milton habló: Quiero ser ciego
para cantar desde mi sombra al otro
ciego, Sansón, que ha de romper el templo.
Judas el Iscariote dijo: Quiero
ser los treinta dineros de la infamia
que salvará, como la Cruz, el mundo.
Ulises afirmó: Seré las naves
del destierro y el arco de la ira.
Y Sila declaró: Seré una cárcel
y Juana de Arco dijo: Seré el fuego.



En Borges, Jorge Luis/Sessa, Aldo:
Cosmogonías*, Buenos Aires, Librería La Ciudad, 1976
Luego en Textos Recobrados 1956-1986 (1997)
En imagen: Borges y Sessa, ©Aldo Sessa

*Cosmogonías, ilustrado por Aldo Sessa, lleva un prólogo de Jorge Luis Borges, recogido en Jorge Luis Borges, El círculo secreto , Buenos Aires, Emecé, 2003. Cosmogonías incluye: La luna, de La moneda de hierro, 1976; ‘El desierto’ y ‘Génesis, IV, 8’ de Quince monedas, que junto con Cosmogonía y De que nada se sabepertenecen a La rosa profunda, 1975. Estos cuatro poemas están recogidos en Jorge Luis Borges, Obras completas 3, Buenos Aires, Sudamericana, 2011.






17/5/16

Jorge Luis Borges: 1891






Apenas lo entreveo y ya lo pierdo.
Ajustado el decente traje negro,
la frente angosta y el bigote ralo,
y con una chalina como todas,
camina entre la gente de la tarde
ensimismado y sin mirar a nadie.
En una esquina de la calle Piedras
pide una caña brasilera. El hábito.
Alguien le grita adiós. No le contesta.
Hay en los ojos un rencor antiguo.
Otra cuadra. Una racha de milonga
le llega desde un patio. Esos changangos
están siempre amolando la paciencia,
pero al andar se hamaca y no lo sabe.
Sube su mano y palpa la firmeza
del puñal en la sisa del chaleco.
Va a cobrarse una deuda. Falta poco.
Unos pasos y el hombre se detiene.
En el zaguán hay una flor de cardo.
Oye el golpe del balde en el aljibe
y una voz que conoce demasiado.
Empuja la cancel que aún está abierta
como si lo esperaran. Esta noche
tal vez ya lo habrán muerto.



En El oro de los tigres (1972)
Foto: Una de las últimas de JLB
Casa de América (Madrid) Vía ABC [+]




16/5/16

Jorge Luis Borges: Entrevista [Buenos Aires, julio de 1983]







Sábado al mediodía. En un amplio living en penumbras, acomodado en un amplio sillón, la mirada perdida en un cielorraso invisible, se encuentra Jorge Luis Borges.

Desde hace un tiempo a esta parte, rehúye a las entrevistas. Fanny, su ama de llaves, responde por teléfono que no hay reportajes para nadie. En este caso, la perseverancia finalmente da sus frutos. La excepción obedece a que el propio escritor atendió el llamado telefónico y un bueno, venga para acá, hará posible que una hora después iniciemos este diálogo.

Entre ambos existe una relación surgida a raíz de una entrevista tres años atrás, a la que siguieron otros encuentros en los que, a pedido suyo, le he servido de algo así como una especie de libro oral a través de la lectura en voz alta, de fragmentos de obras diversas.

Una relación que dista de ser amistad, pero que él rápidamente ha puesto por encima del simple vínculo personaje-periodista, quizás gracias a las muchas caminatas compartidas por la Plaza San Martín, paseos en los que hemos abordado temas muy variados, desde Aristóteles y Platón hasta el lugar de nacimiento del segundo fundador de Buenos Aires, Juan de Garay (¿vizcaíno o burgalés?).

Debo confesar que además de admirarlo como escritor, no he podido evitar quedar fascinado con su habilidad para involucrarme en el laberinto de sus charlas. He llegado a pensar que cuando se le da la posibilidad oral, escribe en el aire y se divierte. Habla y la respiración de su palabra tiene el ritmo de la escritura. Sin duda, Borges es siempre Borges...


- Borges, ¿cómo escapar de lo obvio?
-Yo no sé si lo obvio es siempre un error..., lo obvio es algo cierto, el perogrullo es algo cierto.

- De acuerdo. Vayamos a lo obvio, de momento. ¿Qué espera de Borges?
- No sé. Mi destino sigue siendo un misterio. Estoy ciego, la mayoría de mis contemporáneos han muerto; soy un hombre tímido y desde el año 55 ya no puedo leer, tengo que recitar cosas que se me ocurren... ¡Yo no sé cómo no aprendí el sistema braille! Eso habría cambiado toda mi vida. Si yo pudiera leer, pudiera escribir..., pero ahora es demasiado tarde, ni siquiera tengo la sensibilidad suficiente en los dedos. ¡Síi, hubiera cambiado toda mi vida...!

Hoy es siempre todavía, al decir de Machado
- Tal vez... Yo he pensado que cuando era chico, un día duraba una semana y ahora una semana dura un día. A medida que uno envejece pasa con más rapidez el tiempo.

- Toda su vida ha sido un rebelde, ¿por qué?
- Bueno, cuando era joven, sí. Me gustaba estar en desacuerdo. Ahora, no. Trato de estas de acuerdo. Chesterton dijo que se había pasado la vida comprobando que los otros tenían razón. A mí me ha pasado lo mismo.

- ¿Y de qué se arrepiente?
- Bueno, de muchas cosas...O no, para qué...Pero me hubiera gustado hacer otras cosas...

- ¿Como haberse enamorado de muchas mujeres...?
- No, no. Sólo de aquellas con quienes he soñado.

- ¿Un artista es siempre pasional?
- Con su obra, sí. Con todo lo demás, no siempre.

- ¿Qué representa para usted la Literatura?
- Tantas cosas... Cuando estoy solo, continuamente estoy tramando poemas, cuentos, fábulas, porque tengo que poblar mi soledad. Y a mi edad es fácil estar solo. Por ejemplo, yo nunca busco temas, dejo que los temas me busquen y yo los eludo, pero si el tema insiste, yo me resigno y escribo. Hay que dejar a los temas que elijan, pues cada tema sabe si quiere ser escrito en verso libre, en una forma clásica o en prosa. No pienso en la comunicación, yo escribo corrijo los borradores mentalmente, desde que no tengo vista, y finalmente los publico.

- ¿Qué haría si pudiera volver a ver?
- Bueno, yo volvería a leer algunos de los pocos libros que hay aquí; quizás saldría a la calle a reencontrarme con algún recuerdo de Buenos Aires. Miraría al espejo para ver que cara tengo. Aunque no, pienso que es una suerte para mí imaginarme con la cara que tuve a los 55 años.

- En su obra la cuestión acerca de la inmortalidad es una constante. ¿Por qué?
- Porque yo creo que la inmortalidad personal no es menos creíble que la muerte: ¡las dos cosas son increíbles! El hecho de que alguien perdure más allá de la terminación de su cuerpo parece rara, pero también lo es el hecho de que alguien desaparezca finalmente.

- Aquello de que el hombre es la unión entre cuerpo y alma...
- Si, claro... Salvo que podamos imaginarnos sin cuerpo pero no sin alma: si yo pienso que lo soy, lo hago en mi conciencia pues yo en mi cuerpo no podrían pensarme sin cuerpo.
Cuando uno recita un poema, uno ya no es su cuerpo, siempre es su conciencia. Hay unos versos muy lindos de Machado, que dicen así: ¿Y ha de morir contigo el mundo mago / donde guarda el recuerdo? /... Los yunques y crisoles de tu alma / trabajan para el polvo y para el viento. Es decir, cuando una persona muere, mueren muchísimas cosas por lo que parece raro que todo eso cese de golpe. Pero a su vez también la idea de que uno dure indefinidamente es rara. Ambas, me parece, son igualmente increíbles. A mí no me importaría durar más allá, pero a condición de no olvidar esta vida. Por eso, me pregunto si la identidad personal consiste precisamente en la posesión de ciertos recuerdos que nunca se olvidan.

- ¿Por ejemplo...?
- Los paseos por Ginebra...

- ¿Cuál es su mejor poesía?
- La que suelo preferir es El Golem, aunque también me gusta Límites.

- ¿Y de sus cuentos?
- Uno que se llama Ulrica. Bueno, en realidad es una pieza de teatro.

- ¿Quién ha sido el máximo escritor argentino?
- Almafuerte y también Sarmiento. Almafuerte nació en San Justo y me dicen que este pueblo ha cambiado mucho, que ahora es una zona industrial. Cuando yo lo conocí no era así, era un pueblo que parecía estar perdido en la llanura, tenía casas bajas, salas de ladrillo, calles de barro... ¡Qué lucha la de Almafuerte! Como no tenía título habilitante, cuando se daban cuenta que pese a ello daba clases, le cerraban la escuela y entonces tenía que mudarse a otro pueblo y abrir una nueva. Lo primero que hacía era abrir la sala de la casa pues cualquier chico pobre podía mudarse allí.

- ¿Le hubiera gustado tener hijos?
- Hace mucho tiempo que dejé de preguntármelo... Pero volviendo a Almafuerte, recuerdo que en una oportunidad había abierto una escuela al lado de un prostíbulo. Antes, cuando una persona llegaba a un barrio, los vecinos le mandaban golosinas. Luego, uno le devolvía otras golosinas y, ¡bueno!, se hacía amigo de la gente. Entonces, las prostitutas le regalaron una fuente de empanadas. A los dos días se presenta Almafuerte y dice: Les agradezco las empanadas, señoras putas. Eso no era para ofenderlas, claro está, sino por ser el oficio de ellas.

-Es indudable que era directo en su lenguaje, algo, me parece, no común en los poetas. ¿Qué es lo más importante en la poesía?
- Yo creo que en el verso, la cadencia y la imagen son más importantes que el sentido. Hasta puede no tener sentido y sin embargo, ser bueno. No creo que la idea sea el verso, pues uno puede concebir Y muera como un tigre el sol eterno, pero no creo que sea una idea comparar la agonía del tigre con la claridad del sol.
La función literal no hace al verso, por eso es imposible traducir un poema. Por ejemplo, un título lindísimo de Lugones es Los crepúsculos del jardín. Ahora, si Lugones hubiera puesto Las penumbras de la quinta o Las tardes de la granja, la idea hubiera sido la misma, pero no la imagen poética.

- La larga noche de la dictadura llega a su fin ¿De qué manera nos habrá marcado la falta de libertad?
- Bueno, yo no sé. En la Argentina casi todo es censurado... En los Estados Unidos, en cambio, no hay censura, tanto que usted paga la suma de una taquilla y puede ver en el escenario un coito. Claro que son hermosas muchachas y lindos muchachos, pero ¡es un espectáculo público! En España, con quien tenemos mayor similitud, ahora ocurre otro tanto aunque todo lo referido al sexo se hace y se dice de forma agresiva.

- Quizás se deba a un cambio muy abrupto...
- Sí, posiblemente sea así como usted dice, luego de la muerte del dictador Franco. Actualmente usted tiene en el diario ABC, una página entera dedicada a avisos de prostíbulos. Por ejemplo, hay uno que recuerdo: Enano cariñoso busca señor alto y moreno. Discreción, confianza, afecto. Diríjase a tal teléfono y pregunte por Paquito ¿Qué le parece? Entonces, hay hombres que se ofrecen a hombres, hombres que se ofrecen a mujeres; mujeres que se ofrecen a hombres, y mujeres que se ofrecen a mujeres. Lo único que tenemos que hacer es llamar a uno de los muchos teléfonos y preguntar por Lola, Clide o cualquier otra. Y ahora, en nuestro país, pasará algo de eso.

- ¿Cree que los argentinos hemos cambiado?
- Sí, por supuesto. Fíjese, por el año 1910, le estoy hablando de poca cosa, había una esperanza en la gente. Cuando Darío escribió su Oda argentina y Lugones su Odas seculares, todo ello correspondía a una gran esperanza. En cambio, actualmente están muy descorazonados todos. A pesar de todo, pienso que ahora tenemos derecho a la esperanza, mejor dicho, tenemos el deber de la esperanza. Basta con recordar los últimos años: hambre, persecución, torturas y desaparecidos, falta de trabajo, endeudamiento del Estado, opresión y hasta una guerra: ¡Esto es lo que han hecho los militares! Claro, si alguien se ha pasado la vida en los cuarteles, no hay ninguna razón para que sepa gobernar.

- Res publica y res militia
- Justamente. Qué triste pensar que la única fuerza del gobierno, es la silenciosa desesperación de la gente. ¡Es una calamidad! ¡Ineptos! Quizás yo sea el único argentino que, en caso de que me nombraran dictador, estoy seguro que renuncio inmediatamente y vuelvo a mi casa a soñar en voz alta. Pero aquí parece que hemos perdido el sentido de lo ético y lo único que realmente interesa es especular con el dinero. Una vez me invitaron un grupo de libreros de la ciudad de Rosario a dictar una conferencia, entonces fui a dar una larga charla sobre el libro. Después comimos juntos y uno de estos señores me dijo: ¡Qué lástima que eligiera ese tema, Borges!. Pero, cómo, ¿No son libreros ustedes?, pregunté, a lo que respondió: Bueno, sí, somos libreros, pero lo que realmente nos interesa es la venta de cuadernos y lápices. Eso genera desesperanza y frustración en una sociedad.

-¿Anarquista o liberal?
- Anarquista, pues yo creo que lo mejor sería un país que no precisara de un gobierno. Quizás con el tiempo lleguemos a eso, por el momento, no. Por el momento, el gobierno es un mal necesario, pero lamentablemente en todas partes el Estado cada vez se torna más molesto. Cuando fuimos a Europa en el año 1914, viajamos sin pasaporte y uno pasaba de un país a otro como de una estación a otra. Claro, después de la Primera Guerra Mundial comenzó a desconfiarse... ¡Pero, ahora ! ¡Usted no puede salir a la calle sin la cédula o el pasaporte porque el Estado se mete en todo y hasta lo lleva detenido! ¡Es una barbaridad!.

- ¿A quién admira?
- Quizás admire a Aristóteles. A Platón, tal vez. Hay personas que admiran a los políticos. Yo, no; hay gente que admira a Napoleón, yo no. Si uno admira a Napoleón, también puede admirar a Hitler, y eso sería terrible.

- Nada más inhumano que la guerra de los conquistadores, ¿verdad?
- Así es. Alberdi dijo que la guerra es un crimen, y ahora creo que tenía razón: ¡Todas las guerras son un crimen! Pienso que si un gobierno decide una guerra, no le faltarán razones para justificarla, además, todos aquellos que se oponen son considerados traidores. Claro. Hay un supuesto axioma de derecho internacional que dice my country right or wrong, es decir, que tenga o no razón, es mi país. Pero, admitido esto, ¡ambos bandos tendrían razón en cualquier guerra! ¡Julio César! Usted tiene un nombre de emperador, ¿se imagina haber sido Julio César?

- No, no. Sólo en brazos de Cleopatra...
- Yo en los de Beatriz, pero quién soy para codearme con el Dante. O con Virgilio. Antes se soñaba más, ahora, con tanta televisión... Lo que sucede es que cuando ocurre algo se lo anuncia inmediatamente y no se da tiempo a que se cree una leyenda al respecto. Yo, por ejemplo, alcancé a ver por televisión la llegada del hombre a la luna. Esa inmediatez ayudó a que se formara parte de la noticia del día y se olvidara después con tantos nuevos Apolo. En cambio, hubiese sido distinto si se anunciara que el hombre había llegado a la Luna y después cada uno soñara cómo había ocurrido. Sin embargo, nos acosan con tantas noticias...

- La diferencia entre información y conocimiento...
- Exacto. Hay un verso de Eliot, que dice: Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento / Dónde el conocimiento que hemos perdido en conocer.

- Para concluir: ¿qué opinarán de Jorge Luis Borges dentro de cien años?
- ¡Espero que lo hayan olvidado!

- ¿Por qué?
- ¡Pero, claro! ¡Borges no es Cervantes!

- ¡Y usted es Borges!
- Bueno, desgraciadamente tengo ochenta y tantos años. ¿Qué otra cosa puedo hacer que no sea escribir y soñar...?


Entrevista con Julio César Calistro
Buenos Aires, julio de 1983
Publicada en Resumen, 1993
Y en Espéculo, Número 6, 1997
Borges en Madrid, Foto ©Bernardo Pérez

15/5/16

Jorge Luis Borges: Itinerario de un vago porteño (Anticipaciones y ensayo)







Detrás de Parque Patricios
me fajaron los fenicios.

Al salir del Coliseo
me sorprendió un camafeo.

En la esquina de Monroe
un ratón casi me roe.

Con boleto de recreo
me acompañó un cananeo.

Al llegar a los Portones
me asustaron los mormones.

Entre Flores y Floresta
me adormeció un Zend-Avesta.

En el bajo de Belgrano
se me insinuó un mahometano.

De Flores a Vélez Sarsfield
disfrutamos del té Garfield.

Cerca de la Chacarita
me persiguió un manflorita.

En la calle Guanacache
casi trago el azabache.

En Paraná y Arenales
viven varios esquimales.

Cerca del bajo de Nuñez
me dijeron: No rasguñes.

En el bosque de Palermo
me rompió el alma un enfermo.

En la esquina de Deán Funes
me corrieron los atunes.

En la Avenida de Mayo
se me atravesó un cipayo.

En Arenales y Aráoz
pastan overos rosaos.

En el Pasaje Barolo
me desarmó Marco Polo.

Con Xul*, en la calle México
lo reformamos al léxico.

En la calle Lafinur
vive Banipal-Asur.

En la esquina de Bolívar
probé un postre con acíbar.

En la galería Güemes
me abordaron los trirremes.

Al andar por la calle Azcuérnaga
me iluminó una luciérnaga.

En el Tiro Federal
me tiroteó un marsupial.

En la calle Santa Fe
jugamos al Ti-Ta-Te.

Al salir del subterráneo
me cepilló un ermitáneo.

Y en la calle Darragueira
pedimos la escupideira.

Cerca del Museo Histórico
fui a comprar un vidrio teórico.


J.L.  y G.J.B.**




* Borges se refiere a Alejandro Xul Solar: "El nombre Xul era su versión de Schultz, y Solar la de Solari" 
(Autobiobrafía, en Monegal, 1987, pág. 195)

** "Ese otoño Martín Fierro publicó unas pocas rimas satíricas escritas por Georgie [Borges] 
con ayuda de su primo Guillermo Juan. Una de ellas juega con la x en el nombre de su amigo [Xul Solar]" 
(Monegal, 1987, pág. 195)


En Martín Fierro, segunda época, Buenos Aires, Año 4, N° 39, 28 de marzo de 1927
Luego en Textos recobrados 1919-1929
Buenos Aires, Sudamericana, 2011

Foto: Captura video Imágenes inéditas de Borges (s-d)



14/5/16

Jorge Luis Borges: El minotauro







La idea de una casa hecha para que la gente se pierda es tal vez más rara que la de un hombre con cabeza de toro, pero las dos se ayudan y la imagen del laberinto conviene a la imagen del Minotauro. Queda bien que en el centro de una casa monstruosa haya un habitante monstruoso.

El Minotauro, medio toro y medio hombre, nació de los amores de Pasifae, reina de Creta, con un toro blanco que Poseidón hizo salir del mar Dédalo, autor del artificio que permitió que se realizaran tales amores, construyó el laberinto destinado a encerrar y a ocultar al hijo monstruoso. Éste comía carne humana; para su alimento, el rey de Creta exigió anualmente de Atenas un tributo de siete mancebos y de siete doncellas. Teseo decidió salvar a su patria de aquel gravamen y se ofreció voluntariamente. Ariadna, hija del rey, le dio un hilo para que no se perdiera en los corredores; el héroe mató al Minotauro y pudo salir del laberinto.

Ovidio, en un pentámetro que trata de ser ingenioso, habla del "hombre mitad toro y toro mitad hombre"; Dante, que conocía las palabras de los antiguos, pero no sus monedas y monumentos, imaginó al Minotauro con cabeza de hombre y cuerpo de toro (Inferno, XII, 1-30).

El culto del toro y de la doble hacha (cuyo nombre era labrys, que luego pudo dar laberinto) era típico de las religiones prehelénicas, que celebraban Tauromaquias sagradas. Formas humanas con cabeza de toro figuraron, a juzgar por las pinturas murales, en la demonología cretense. 

Probablemente, la fábula griega del Minotauro es una tardía y torpe versión de mitos antiquísimos, la sombra de otros sueños aún más horribles.



En El libro de los seres imaginarios (1967)
Con la colaboración de Margarita Guerrero
Foto: Jorge Luis Borges, Centro de Documentación Perfil
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